domingo, 27 de mayo de 2012

Campesina de los andes

A aquella hermosa niña campesina que se llamaba Aurora Mañanera le gustaba pasearse en el jardín que su madre había plantado en el solar de  la casita de bahareque donde vivían desde hace muchos años. Allí había flores de todos los colores y la niña se veía en las rosas rojas cuando  el sol quemaba sus cachetitos y en los claveles blancos cuando caía la  tarde.


Había un maizal sembrado por su padre y la niña se veía en la espiga que amenazaba convertirse en granos, pero veía la tierra seca con pocas fuerzas de dar grandes cosechas y se sentaba entre las matas para pedirle al cielo que lloviera.


Su madre se levantaba en madrugada para ordeñar la vaquita y poquita leche había, pero rica en calcio para fortalecer los huesos de Aurora Mañanera, la muchachita campesina que se parecía a las flores, y ella se  ponía muy triste por la poca comida que la vaca hallaba.


“Yo soy de aquí de éste pueblito”, cantaba Aurora y “el terrenito es de mi padre, pues se lo dio Zamora, un general que murió hace tiempo pero vive en los corazones de mi gente.” “Seguro habrá alguna manera de conservarlo siempre fértil productivo y lindo”, lloraba la muchachita campesina abrazada a las flores del jardín que tanto amaba.


Pero la lluvia no llegaba y el pasto y el maíz se secaban con tanto sol y las flores también se marchitaban.“Voy a vender mis flores al pueblito”, y cargaba una cesta que parecía llena de estrellas de tanta luz que las lindas flores reflejaban. ”Con  lo que me paguen compraré comida para mamá y papá que tanto trabajan sin obtener riquezas”.


Las horas pasaron lentamente y los claveles, rosas y azahares se iban resecando y perdían su belleza, asustando a la niñita campesina. Nadie las compraba y la tristeza llenó de lágrimas sus ojos verdes y regresó
llorosa a su casita amada.


“No llores muchachita, ven a tomarte este guarapo de albahaca seca”. “Vas a dormir tranquila y mañana pediremos prestado algún dinero al señor de la bodega”. “Siempre ha ocurrido así de esa manera y parece que seremos pobres y tristes toda la vida, a menos que un milagro nuestra vida alumbre”.


Acurrucada entre raídas colchas, la niña campesina despertó al escuchar el picoteo de un lindo pajarito tricolor que golpeaba las tablas viejas de su ventanita. “¿Quién eres pajarito? ¿A qué has venido vestido tan bonito?” 


“¿Acaso me despides porque sabes que mi mamá y papaíto se mudarán a  otras tierras donde podamos tener mejores frutos? ¿0 es que acaso eres un duende que podrá ayudarnos a crecer y vivir mejor en esta tierra que queremos mucho?”.


“Has adivinado muchachita. Tengo en mi mente un plan y un proyecto para que trabajemos juntos la tierra
antes que despierten tus padres”.“Vamos a sembrar un maíz distinto pero más bonito y productivo, y para que crezca rapidito la vaquita comprometida regará mucho estiércol entre las matas y así engordarán las
mazorcas”. 


“Haremos un aljibe para sacar mucha agua y con clavel de muerto prepararemos remedio para matar las plagas”.“Traeremos pollitos de engorde y pataruquitas ponedoras y así tendremos carne y huevos “. “En esos pocitos sembraremos alevines de bagre y de cachama… el pescado es bueno para completar la dieta”. “Ah, mi amor, vamos a darle mucho cariño a las maticas del jardín y tus caricias harán brotar capullos nuevos y olorosos”. 


“Y mañana cuando tus padres puedan cosechar contentos deberán pensar como venderlo todo, eso sí, a buen precio para que el pueblo compre mucho. Ahora vuelve a arroparte que mañana brillará la luz de una revolución bonita que alegrará la vida de todos…protegerá la tierra... conservará las aguas y dará mucha vida a los pajaritos y las flores a las que tanto te pareces muchachita”.


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